martes, 16 de diciembre de 2014

Instrucciones para la niña que fui.

Mi querida niña.

Si pudieras leer esto te diría que no me hicieras demasiado caso, incluso que no lo leyeras, pero sé que eso bastaría para que lo hicieras aún con más interés. Ya nos vamos conociendo.

Te diría tantas cosas, demasiadas obviedades que suenan a instrucciones para una vida feliz. No, no, no es el camino, y sin embargo aquí me tienes, haciendo balance.

Sí te diré que te acuerdes cada día de los momentos buenos, que los archives en tu memoria a fogonazos porque eso será lo único que lleves contigo, el único tesoro que verdaderamente te pertenece. No desprecies nunca una sonrisa de una amiga, jamás. Nada te ayudará más a ser la mujer que deseas ser, que la compañía de tus hermanas. Están por todas partes, búscalas, reconócelas, elígelas y que nada que no sea vuestro propio deseo te separe de ellas. Permite que te acompañen, que te muestren tus sombras y te ayuden a crecer. Comparte con ellas tu alegría y vive la suya como si fuera la misma. Haz de su belleza tu belleza porque solo así lo será de verdad. No compitas con ellas, no son tus rivales aunque todo el mundo se empeñe en enseñarte lo contrario.

Busca también rodearte de buenos amigos; los niños no son de otro planeta, te lo prometo. Cuando crecen pueden convertirse en personas maravillosas, pueden llegar a ser tus compañeros, tus confidentes, tus amigos. Tú elegirás la forma en que te relaciones con cada uno de ellos. Podrás compartir momentos, ideas y placeres distintos. Con el tiempo comprenderás que relacionarte sexualmente con alguien no convierte a esa persona en una parte de ti. Conocerás, te advierto, a un chico de ojos negros y te enamorarás como solo saben hacer las adolescentes. Que la luz de sus ojos no ciegue los tuyos. Que su boca no selle la tuya ni siquiera con sus besos. No calles nunca tus pensamientos por muy inconvenientes que parezcan, pues seguramente esos sean los más necesarios. Duda, no dejes nunca de dudar, porque solo así podrás elegir y asumir la responsabilidad que te da saberte libre.
Alguna vez creerás que te han roto el corazón. Tranquila, es mentira, no es más que un espejismo; como lo fue el sentimiento que te hizo darle a él el poder para creer que lo hacía. No pasa nada. Te paras, respiras y te vuelves a ubicar para seguir caminando.

Entrégate a todo y a todas las personas con generosidad y conciencia, es la única forma de conocer la vida, de hacerla tuya. Quizá lo aprendas un poco tarde, pero ¿qué significa tarde cuando aún estás viva? Sobrevivir no es vivir, que el miedo no te impida ver la diferencia.

Juego con ventaja puesto que soy yo quien escribe, eres tú quien has vivido y sé, sabemos, que llegará un momento en que dirás, ¡lo conseguí!. Si pudiéramos evitarnos el sufrimiento previo...

Porque llegará un día en que te mirarás al espejo y te preguntarás quién es esa mujer que te mira desde el otro lado de ti misma. Empezará un tiempo nuevo, el de la reconstrucción. Soltarás lastres, los de dentro y los de fuera y entenderás, por fin, que no perderás ni un minuto más en lamentarte y culpar a los demás por aquello que no eres, que no haces.
Conocerás a personas especiales, las mejores, con ellas reconocerás la dignidad y ya nada volverá a ser igual para ti. No te asustes de sus propuestas, te revolverán con sus sueños y utopías; aprenderás que se puede vivir en la ignorancia pero que solo se puede ser feliz luchando por salir de ella, por liberarte a ti misma y a los demás del peso de las opresiones, de los prejuicios, de las costumbres impuestas. Transformarás la intuición de justicia en lucha social y no tendrás miedo aunque a veces te sientas perdida. Sabrás que nada te pertenece y no te volverás a extrañar ante el espejo porque entenderás que lo que ves es solo una parte de ti, el resto solo se hace en relación con los demás. No estarás sola. Estás en el mundo de las demás.

Intenta no disfrazarte de lo que no eres, no te conformes con poses y sucedáneos. Ve a la raíz y exprímela para dar sentido a cuanto hagas, pienses, decidas ser.

Pocos días antes de cumplir treinta y siete años recibirás una carta que no habrás leído a tiempo y posiblemente gracias a ello habrás cometido todos los errores y aciertos que hacen de ti la persona que serás. Nunca es tarde para tratar de acercar lo posible a lo real.