jueves, 8 de marzo de 2018

Manifiesto para un 9 de marzo

Nosotras, las mujeres, las estudiantes y las maestras, las administrativas, limpiadoras, auxiliares de vuelo, desempleadas, directivas....las madres, las abuelas, las tías y sus sobrinas, mujeres de toda procedencia y condición, nos unimos al paro mundial del día 8 de marzo. 

Una vez más tratamos de poner de manifiesto una realidad de la que no siempre hemos sido conscientes, para empezar desde este momento a transformarla. 
Todas nosotras, en cuanto que mujeres somos objeto de uso colectivo, históricamente maltratado, explotado y oprimido. El patriarcado ha hecho uso, a través de nuestro cuerpo, de las mejores capacidades humanas y las ha puesto a su servicio. 

Nosotras, las mujeres, a lo largo de la historia hemos cuidado, hemos abrigado, hemos tejido redes de solidaridad donde solo había muerte y desamparo, siendo las principales, aunque no las únicas víctimas de los sistemas de dominio político, económico y social. Aun así, podemos decir con orgullo que en gran parte nuestras antecesoras han garantizado la supervivencia de la especie.Pero ¿a qué precio?, ¿a cambio de qué? A cambio de la imposición de esas mejores características como castigo en un régimen de semiesclavitud.

Por eso nos proponemos subvertir el orden, empezando por poner en valor lo que llevamos haciendo milenios de forma silenciada y sumisa, para que la organización de los cuidados sea otra, nueva, creada para nuestras necesidades humanas y no diseñada para el privilegio ajeno.

Las leyes del sistema, las leyes de los hombres (incluso aunque sean hechas por mujeres) no nos sirven ya. Esas leyes, aun las más bienintencionadas, nos mantienen en una minoría de edad intolerable. Las leyes de los parlamentos no están impidiendo el mandato de género. Sus leyes no evitan que seamos tratadas como objetos sexuales o máquinas reproductoras. 
Somos nosotras, las mujeres que hemos decidido parar estar deriva quienes vamos a cambiar este sistema que aniquila nuestras potencialidades. Nosotras hemos decidido dejar de ser objeto para convertirnos en sujeto. Un sujeto que necesariamente ha de ser revolucionario y que no solo hoy, sino a partir de hoy, nos convierte en las guías de nuestra propia existencia. 
Este 8 de marzo las mujeres de todo el mundo, huelguistas y no huelguistas, vamos a dar un paso más en la historia del movimiento feminista, un paso más en nuestra emancipación. 
Por primera vez esta preciosa cita de hermanamiento de mujeres deja de ser un grito para pasar a la acción, sumándonos a la iniciativas pioneras que las hermanas americanas realizaron el año pasado. 
Porque no sólo nos queremos vivas, nos queremos libres, y ejercemos nuestra libertad en un espacio de protagonismo, para poner en valor cuanto somos en un acto de empoderamiento colectivo.

Creemos que las palabras para describir la actual situación están casi todas dichas. No es necesario ya seguir justificando nuestro movimiento. Los motivos para la acción son claros y conocidos por todas las personas que eligen no permanecer ciegas ante la evidencia. Y ésta no debe ser demostrada, al menos nosotras no deberíamos estar dispuestas a seguir despilfarrando en ello nuestras energías. Valorar nuestro tiempo y esfuerzo es también una forma de empezar a asumir nuestro espacio y poder. Llevamos casi doscientos años explicando cómo se reproduce socialmente la desigualdad y el sistema sigue reinventándose a cada paso de una forma cada vez más perversa e ineficaz.

Es el momento de utilizar nuestro poder sin miedo. Es el momento de la revolución. Nosotras que estamos viviendo una cuarta ola de feminismo somos libres de elegir: nos quedamos observando con mirada escéptica esperando recoger los frutos de lo que otras siembren, o nos subimos a la ola y asumimos la responsabilidad de ser libres y crear otra forma de relacionarnos.
Ha pasado ya el tiempo de las palabras sutiles, contemporizadoras para despertar sensibilidades y remover conciencias. Quien a día de hoy no haya alcanzado ese nivel, difícilmente lo va a hacer ya, teniendo a su disposición los datos de esta guerra contra las mujeres que se libra cada día en todo el mundo.
No perdamos más el tiempo, la nueva pedagogía está en la propaganda por el hecho, en la acción al margen del sistema. No nos interesan sus leyes, vamos a crear las nuestras y por ellas nos vamos a regir, le pese a quien le pese.
Nosotras, las mujeres, hartas de esperar el resultado de nuestras reivindicaciones, de no obtener más que las migajas y mofas, iniciamos un camino de no retorno. Hemos tomado conciencia de que el privilegio jamás caerá con las herramientas del sistema que lo concede y, desde hace tiempo, hemos iniciado el camino de la auto-organización. El 8 de marzo no es la meta, sino el punto de partida para el inicio de una nueva ruta, la nuestra, con miles de dificultades y controversias, pero nuestra.

El éxito de la jornada no se mide con los criterios tradicionales de una huelga laboral. La propia convocatoria de huelga es ya un éxito. El éxito de hoy son las miles mujeres que por primera vez se agrupan en torno al feminismo, los cientos de asambleas, consejos y piquetes que están ahora mismo bajo la lluvia haciendo suyo el espacio público vetado por siglos. El éxito se mide en los millones de conversaciones en los hogares sobre la impertinencia de esta huelga por los problemas que causa en la organización de lo cotidiano. El éxito estará en las grandes manifestaciones. En las jóvenes que sabiamente se radicalizan y hermanan haciendo suya la idea de que si tocan a una, nos tocan a todas. 
El éxito puedes ser tú, que lees pacientemente esto porque le das la importancia que tiene una pequeña reflexión sobre el feminismo.

El verdadero éxito de esta jornada reside en que nos permitirá mirarnos con otros ojos el día 9, cuando las redes de hermandad feminista creadas al albor de la huelga, abriguen las esperanzas de tantas mujeres que han decidido por fin buscar una nueva y mejor forma de vivir.