lunes, 28 de marzo de 2016

Vienes al mundo en día de fiesta.

Vienes al mundo en día de fiesta. 

Vienes a traernos la alegría de vivir, la misma que te enseñarán tu madre y tu padre. Estás aquí para saciarte de lo mejor y aprender de lo peor. Para que duela lo justo, para que se vaya cuanto antes. 
Has elegido un tiempo difícil para venir. Quizá sea porque tú y las tuyas, en el futuro, sepáis cómo salir del túnel donde os hemos metido y hacer de todo esto un lugar habitable, sano, mejor. 
Ahora que necesitamos la esperanza, vienes tú a levantarnos el vuelo. 
Eres la primavera, la vida que estalla y se renueva cada año, con cada ciclo, con cada una de nosotras.
Con tus ojos aprenderemos a mirar la luz como solo saben verla los impresionistas. 
Confío en que me enseñes tus heridas. Ilusa, yo buscaré las palabras para sanarte como si se pudiera evitar que la vida, a veces, escueza. 
Aprenderás a hablar, y cuando se nos olvide, vendrás a recordarnos que hay que dar la voz a quienes se la quieren quitar. Que hay que devolver la dignidad a los humillados con el ejemplo. Tienes una buena maestra en tu madre, empápate de ella.
Andarás y correrás para llegar donde sólo tú te propongas. No tengas prisa, deja que los demás te hagan la huella necesaria para ser tú misma. 
Recuerda no dejar por el camino a nadie más que a quien pretenda hacer de ti su sombra. 
Y cuando me necesites, búscame.

Bienvenida al mundo, querida niña, te estábamos esperando para que nos enseñes a vivir.


lunes, 21 de marzo de 2016

La foto



Esta fotografía se me clavó en la retina siendo yo pequeña y creo que eso me ayudó a ser quien soy. Vi en ella a mi abuela, que en ese momento sería más joven, pero yo entonces no sabía que las abuelas también fueron jóvenes. Vi a mi tía Alejandra, que con solo cinco años tuvo que salir huyendo del pueblo para refugiarse en Madrid, la tumba del fascismo, la tumba de todos los muertos que les quedaban por asesinar. Vi el dolor incomprensible pensando que de mayor comprendería. 
Y sigo sin comprender lo que no se puede explicar. 

Y sin embargo, tenemos que hacerlo, tratar de explicar para no permanecer inmóviles esperando a que las imágenes desaparezcan de nuestra vista. Pensábamos que nuestros ojos no iban a ver esto dentro de nuestro espejismo de civilización y agua caliente. Pero, ¿está justificada nuestra sorpresa? No lo dudo, lo niego ¿Acaso no sabíamos del sufrimiento de tantas personas? No nos ha dolido hasta que han venido a nuestra puerta y se la hemos cerrado. Vienen los supervivientes, los más valientes, los mas afortunados, la esperanza de la humanidad. Y nosotros nos suicidamos con ella.


La tortura, la maldad, tiene un problema con los umbrales. Ceden, ceden y vuelven a ceder a medida que nuestra aparente pasividad se lo permite. De modo que ni nuestra solidaridad ni nuestra indignación, imprescindibles ambas, pueden ser nunca suficientes para vencerla. La inacción política de los pueblos de Europa no es la muerte de la Unión Europea, los mercados siempre saben como reconstruirse, sino el suicidio de la Dignidad de la que nos creímos protectores. 


Las muertas somos nosotras. Nos hemos dejado matar, somos zombies, y ahora vienen personas de verdad a darnos noticia de ello. No son un problema, son nuestra salvación. Si somos capaces de resucitar y defender lo que de humano nos queda en ellas, podremos salvarnos. Sin una solución política que provenga de los pueblos de Europa, que exija la inmediata disolución de los aparatos de poder criminales, no hay nada que hacer. Solo el pueblo salva al pueblo. Un pueblo consciente y organizado, un pueblo vivo.

domingo, 20 de marzo de 2016

El día que el mundo lloró a David Bowie



El día que el mundo lloró a David Bowie nos despertamos borrachos después de no dormir. Yo lloraba y tú te dejabas acariciar, desnudo, excitado y triste. 
Te comías mi pena para que yo no pudiera sentirla. Alcancé a decirte que te deseaba todo lo mejor, y aún pensaba que yo cabía en ese todo.

Ahora estoy fuera del círculo, ese circulo que yo trazaba 
con mis dedos sobre una mesa de madera rugosa y pintada, ¿te acuerdas? 
Tú me colocadas dentro y yo ya me sabía fuera. Creo que fue ahí  donde aprendiste a mentir.

Aquí estoy bien. 

Puede que no haya un círculo sino una espiral por la que me voy deslizando hasta que el centro del todo sea yo. Y mi yo, mi todo. 

La pena no se come, se escupe en forma de rabia o se va transformando poco a poco en algo que ya no es ella misma, que no existe y nos hace mejores. 


Cuando esto suceda, puede que vaya a buscarte y entonces, solo entonces, podré volver a entrar en tu círculo.

Ahora, adiós.

Ojalá hubiera hecho a tiempo de tu tal vez, mi no.
Que para mí también existieran tus certezas.
Que de un soplido pudiera borrar las huellas, 
y no conocer el camino,
y no mentirme para ser mejor.
Ojalá no me cupieran ya más ojalás.

jueves, 10 de marzo de 2016

Anda buscándote mi sonrisa

Anda buscándote mi sonrisa.
No consigue encontrarte, cegada como está por la voz de otros amantes. Los que se perdieron, los que me perdieron. Aquellos que, de vez en cuando, vuelven para darme un tal vez que no se queda conmigo, que no nos servirá.

Puede que el error fuera inventarte. 

O tal vez olvidarme de que no existías, que solo yo podía verte.
Así que ahora te pido que desaparezcas de mi, del mundo. Que te disuelvas y no vuelvas si no es en transparencias. Que no huelas a ti. Que no me abraces sin tocarme solo porque yo lo creo. Que no me hagas creer que lo haces. Porque no lo haces. 

Me dices que no te vas cuando ya te has ido.

Y mi sonrisa, qué boba, aun sigue buscándote.