domingo, 21 de febrero de 2016

Su problema, ėl aun no lo sabe, es que la va a perder.
Quizá porque nunca la ha tenido, quizá porque nunca nadie tuvo a nadie.
Contra todo pronóstico, ella terminará de evaporarse y desaparecerá.

En cualquier momento se dará la vuelta y solo verá su hueco.
Se preguntará, extrañado, dónde ha ido a parar el eco de sus últimas palabras, si no había allí nadie para recogerlas.
Echará de menos el recuerdo de su sonrisa, pero será solo un momento, porque ni siquiera entonces sabrá que de todo lo perdido, la sonrisa era lo más fácil de lograr.

Y no se sabe si es él que la borra o es ella que se disuelve entre lágrimas, pero el estado espectral no puede ser eterno. La sal se deshace en el agua y ella se aleja para recuperar su cuerpo.




jueves, 18 de febrero de 2016

Escupe

Hay momentos para la explosión. En mi caso suelen llegar tarde, tan fuera de lugar que casi carecen de sentido y amenazan con dejarme en evidencia. 
Hay momentos para gritar, para decirle a alguien algo así como ¡tú y tu comprensión os podéis ir a la mierda! 
Hay momentos para abandonar las palabras dulces, los recuerdos dulces, la añoranza de las dulces esperanzas. Abandonar a quien solo esta en tu cabeza y reconocer a quien tienes al lado y permitirte sentir el desprecio que te causa. Abandonar la penosa comprensión y dejar salir la rabia.
Hay momentos para escupir a quien te escupe.
Y no lo sientas si te salpica, es solo tu rabia. Fuera se lava, dentro quema, escuece, enferma. No lo sientas si te marca, si se incomprende. Recuerda que ya has renunciado a su comprensión, la has mandado a la mismísima mierda donde hace ya tiempo que él te envió, con dulces giros semánticos, gestos de paternal condescendencia de quien se sabe poderoso, a lo profundo te fuiste y allí por fin entendiste que no hay nada que hacer.
Hay momentos para la reconstrucción.

jueves, 11 de febrero de 2016

Recreo





Nuestro idioma es ya una lengua muerta, 
enterrémosla.
Que no sea para las liturgias,
que no le sirva a los viejos para la nostalgia. 
Está muerta, hagamos otra nueva,
empezando por escuchar e imitar creando, 
como cuando éramos niños, 
como hará mañana tu hija.

No quiero ser una hora en tu noche,
un orgasmo seco y duro. 
Prefiero ser una tarde larga
de paseo y palabras, 
muchas palabras, 
de las que acarician el alma y generan utopías.
Aunque para serte sincera,
preferiría no tener que elegir.